En sociedades occidentales, el consumo de alimentos ricos en azúcares simples, grasa y sal (junto con el hashtag #foodporn) ha aumentado considerablemente. ¿Por qué es que deseamos este tipo de comidas? Los food cravings, o antojos, son los deseos y consumo un tipo específico de alimento. Se ha demostrado que no sólo mujeres gestantes tienen estos antojos; sin embargo, escasos estudios que prueban que las mujeres padecen más de craving y lo asocian a las diferencias hormonales, sobre todo en períodos menstruales o gestacionales. Eso sí, está probado que ciertos estados de ánimo como la ansiedad y el estrés provocan el aumento de estos antojos.
La quinta edición del DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) lo considera como un trastorno de la conducta alimentaria. Es conocido como un trastorno por atracón, donde se ha visto en algunos casos que comer compulsivamente, tienen características clínicas y neurofisiológicas parecidas a la adicción a drogas.
Experimentos realizados en ratas (como el de Avena et al) sugieren que tanto la abstinencia como la sobre exposición de azúcar provoca una sensación parecida al craving. Esto se da debido a que de lo que han comido, no se encuentra ese alimento que buscaban (mencionado en el artículo como saciedad específica sensorial) en un ambiente obesogénico. Es decir, cuando se piensa en ese rico combo agrandado, se lanza una señal visual externa (y llamativa) que aumenta la producción de saliva y jugos gástricos, junto con una señal hormonal. Este alimento específico quedará en tu imaginación hasta que finalmente llegues a obtener aquello que deseas comer.
Estudios como el de Missbach et al (2014) se basaron en la teoría del condicionamiento basado en memoria, donde se cree que el estímulo (pensamiento del alimento), a través de un nódulo de memoria, tiene primero un estado activo alto (A1), y una vez que la persona logra comer el alimento deseado, pasa a un estado menos activo, donde el procesamiento es periférico (A2) y aumentan los niveles de dopamina. Una vez que esté totalmente satisfecho, pasa a un estado inactivo (I). Descubrieron que el número de veces que uno coma, disminuye el pensamiento por ese alimento y, por lo tanto, su consumo. Si es todo mental, Agliaro-López et al. han propuesto usar la realidad virtual de comida como una intervención «basada en técnicas de exposición a señales.»
Ahora, hay casos donde estos cravings no son alimentos, es más no tienen ningún valor nutritivo. Pica es un desorden alimenticio donde se come material o sustancias en grandes cantidades sin tener necesariamente que ser un alimento (y curiosamente se le denomina así por el género al que pertenece la urraca). Entre las sustancias más comunes de consumo es hielo, tiza, cartón, papel e inclusive hasta metales pesados. Consumir este tipo de materiales se relaciona a la presencia de deficiencia de hierro (con o sin presentar anemia ferropénica) o zinc. Se cree que esta conducta ocurre por una deficiencia en alguna nutriente en el cuerpo que produzca «buscar» este nutriente faltante de manera inmediata, alterando la conducta alimentaria. Esto, sin embargo, no se ha probado experimentalmente.
Pero si es que comer tiza no es de tu agrado, ¿por qué es que se desean más comidas altas en calorías provenientes de las grasas y carbohidratos? Se cree que es porque evolutivamente, no estamos acostumbrados a estos alimentos entonces los tratamos como si fueran un alimento «premio». Investigadores como Potenza & Grilo plantean que cuidar estos «alimentos premio» es relevante para el tratamiento de la obesidad. Consideran que el ambiente alimenticio no es favorable para evitar el desarrollo de esta enfermedad y hay grupos etéreos que son más sensibles al estar expuesto a estas señas externas.
¿Qué opinan ustedes? ¿Qué tan importante creen que es cuidar los cravings como parte del tratamiento para la reducción de peso?